Estos síntomas pueden aparecer desde la primera regla hasta la última, es decir, hasta la menopausia, pero suelen variar a lo largo de la vida, pudiendo pasar una mujer por periodos de sintomatología leve a sintomatología severa.
Por lo general, estos síntomas se deben a los cambios hormonales bruscos que se producel entre la ovulación y la menstruación. Los estrógenos y la progesterona son hormonas producidas en el ovario y que ven sus niveles aumentados progresivamente tras la ovulación, para sufrir una caída brusca a los 13 ó 14 días aproximadamente y esta caída se traduce en la menstruación.
No obstante, hay algunas patologías que pueden confundirse con algunos de estos síntomas, por lo cual ante síntomas importantes de este tipo, debe descartarse patología ginecológica por un especialista.
Al ser la causa de este síndrome los cambios propios de la ovulación, aquellos tratamientos hormonales que inhiben la ovulación son altamente efectivos, pero también existen tratamientos no hormonales y “naturales” que pueden llegar a ser muy efectivos según qué caso.