Hemos pasado desde la época previa a la ecografía que nos guiábamos por la detección del latido fetal y movimientos fetales, a la detección de células fetales en sangre materna para hacer un diagnóstico genético. Todo ello pasando por los cribados en que se calcula el riesgo de anomalías, pero siempre probabilísticamente.
Lo que no ha cambiado en todo este tiempo, es el papel de la ecografía. Esta técnica, ha sido siempre, desde que apareció y será por mucho tiempo el pilar fundamental del Diagnóstico Prenatal.
Podremos contar con pruebas efectivas como las mencionadas, pero sigue siendo esencial la aplicación correcta de la ecografía para saber con la máxima exactitud qué está sucediendo dentro del útero materno. Mediante la ecografía estudiamos el crecimiento, el correcto desarrollo del feto, su adecuada nutrición a aporte de oxígeno, el estado de la placenta y líquido amniótico. Podemos predecir el riesgo de padecer ciertas enfermedades del embarazo como la preeclampsia también.
En conclusión, la ecografía es la base del Diagnóstico Prenatal y de un adecuado seguimiento del embarazo, si bien, hay pruebas complementarias que complementan a ésta, pero siendo siempre la ecografía el pilar fundamental.