En un estudio ginecológico convencional, se descartan alteraciones del útero y los ovarios tales como miomas, quistes o pólipos, pero es un especialista en reproducción el que puede además aportar criterios extras como la valoración de la reserva ovárica, que nos va a informar sobre la posibilidad de que la producción de óvulos por parte de la paciente sea la adecuada y se puedan fecundar. Así mismo, hay alteraciones del útero que por su forma pueden dificultar la implantación del embrión incluso en un tratamiento de fertilidad, como por ejemplo la adenomiosis (presencia de vasos similares a varices en el útero) o alteraciones de la cavidad uterina como el útero arcuato (útero con forma deT), la endometritis crónica (inflamación del endometrio o cavidad uterina) o el síndrome de Asherman (adherencia dentro del útero).
Al hacer un estudio en profundidad del semen, podemos a veces comprobar que aunque haya espermatozoides móviles, sin los sometemos a estudios especiales, a veces portan una carga genética inadecuada que les impide fecundar al óvulo o pueden originar embriones anómalos. Esto puede estudiarse mediante técnicas sofisticadas de las que disponemos en una sencilla muestra de semen.
Es esencial también hacer un estudio genético a los progenitores, pues podemos encontrar alteraciones genéticas que no afecten a nuestra salud, pero sí a nuestra fertilidad.
Si vamos unos pasos más adelante, podemos encontrar que a pesar de haber completado un estudio en profundidad, todas las pruebas son normales. Para esto, disponemos de distintas técnicas que según el caso pueden ayudar a obtener el embarazo.
En todo caso, te aconsejamos siempre que para un problema tan delicado como es la infertilidad, te pongas en manos de expertos.
En nuestro centro llevamos más de 20 años tratando con este tipo de casos con notable éxito.